lunes, 13 de septiembre de 2010

Poemas de Mujeres poetas salvadoreñas que han emigrado




















En este blog, compartimos poemas de poetas salvadoreñas viviendo en otros países. ¿Que escriben ahora las poetas que han emigrado?. . Acá una pequeña muestra. En las fotos, en el orden de las agujas del reloj: Mayamérica Cortez, Lauri García, Abigail Guerrero y Alexandra Estupinian.







ABIGAIL GUERRERO 1972. Radica en EUA.

MI HIJO

Te regalo
mi bitácora
de laberintos y renacimientos
para que no desconozcas las huellas
que antiguamente he transitado,
te regalo el ritmo más tierno de mis versos
que se ponen de puntitas
para arrullar tus oídos en cada madrugada,
te regalo las horas más intensas y desenfadadas
de mi horario,
mi capacidad elástica para arrastrarme
como juguetito nuevo
en el piso donde guardas tus triciclos,
la fortaleza de mi cuerpo
para sembrar la tierra donde anidarán tus sueños,
y las terribles armas que escondo
para acribillar a los dragones grises
que se cuelan a través del agujero abierto.
Pero sobre todo, una guarida cálida
en este loco
y silvestre corazón.

NO SUCUMBIRE

Ante el presagio de la luna
ni el capricho ondular
de malos tiempos.
sumergiré mi corazón
en savia pura
y me nombrare mujer
de amor, maíz,
palabra y fuego.

Acudiré ante el llamado
de la aurora
soltare mi barca
entre acuáticos senderos
me vestiré de roca
y broncíneas armaduras
para cazar dragones
en la vorágine
del viento.

ALEXANDRA ESTUPINIAN. 1982. Radica en España

LA PLAYA

Auroras cansadas, se anclaron

Mientras pasaban las caravanas de sal

Borrando las huellas por donde corrimos

Oliendo a profundidades marinas.

Los ojos, en donde corolas destellos

Fueron opio azul en la inmensidad,

Encontraron su amuleto en la voz

Del agua fundiéndose con la arena.

Y destrozaron infiernos de hielo

Que golpeaban firmamentos de rosas

Impregnadas por grandes agujas de sangre.

Nos quedamos con el horizonte

Porque ahí donde se hacen los sueños

Y dejamos que solo la oscuridad fuera testigo

Del eterno romance entre el mar y la tierra.


LAURI GARCIA. 1980 Actualmente radica en México


LOS VENCIDOS

Los vencidos esperan la media noche para hablar a solas

con los fantasmas anodinos

y auto compadecerse

para que nadie los escuche sollozar entre los almohadones

cuando no es necesario

que los demás se den cuenta que chapoteamos en el fango

más tristes que los tristes

Nadie por supuesto se pregunta por los vencidos cuando allá dentro

hay tanta dicha

nadie se preocupa por nosotros cuando llega la hora de las bodas y

las fuentes

mucho menos aquellos que quedaron enteros y entraron oriundos al

salón,

a costa de quebrarnos las costillas y arrancarnos las uñas

los que nos quedamos afuera de esos salones de celofán -por ahora-

suspiramos convulsos

y agitamos un trago con aceituna en la antesala de la podredumbre

para saludar la soledad que es la condena contemporánea de los

abandonados

los vencidos somos así

exagerados para describir las lágrimas que nos provocó el fin del

amor

el término definitivo de los contratos y las heridas con papel

insultamos

al gigante que hizo trizas las muñecas

con la frialdad del asesino

y el cinismo del traidor

la historia obvia totalmente la existencia de los vencidos

y los cuentos de finales felices no incluyen postdatas que nos narren

la frustración de la bruja que no pudo envenenar a Blanca Nieves

o la consecución existencial
de las hermanastras que lloran en los rincones del pan
por haber perdido al príncipe que se fue con la chica de la zapatilla
los vencidos tomamos de más
un montón de huesos de aves
platos sucios
pocos muebles
explicaciones
eufemismos de fraudes y fiascos
una caja con cartas de ayer
y sobras.
Nosotros,
sal de cadáver
esperamos levantarnos
de entre las cenizas
recoger los vidrios rotos, cada vez más rotos
recuperar, por fin,
el temple que nos robó la derrota
y volver a empezar.

MAYAMERICA CORTEZ. 1947. Radica en EUA

LAS PALABRAS.

Es que hay algo mágico en las palabras.
Se me antojan redondas y suaves
equivalentes al vuelo de los sueños
cadencias voluptuosas
-como las olas del mar-

Las palabras me son cual gaviotas
deslizándose lentas

sobre mi rumor de inmensidad.
Son la vivencia de lo que siento
en este mar que soy
de este viajar que me habita
deshabitando
anhelos...

Porque más que voz
que palabras
son rumor, silencio quizás.
Arrullo y queja. Pasos quedos, redondos
en este círculo invisible

girando lento
muy l e n t o

en la sutil estancia de las horas.


Verano de 1993, Washington


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