lunes, 3 de mayo de 2010

Maternidades en clave poética


Más allá de los ismos y de los paradigmas, las mujeres poetas de Guatemala, Suiza, Nicaragua, Honduras, Cuba y El Salvador nos develan sus maternidades o su relación con la madre, con una riqueza de emociones, sentimientos, sensaciones, intuiciones y percepciones en toda la complejidad, diversidad y contradicción que conlleva la experiencia.

ARRURRÚ MI NIÑA Lety Elvir Lazo (Honduras)

A Claudia


Palmerita verde
cargada de cocos
dormite sonriendo
que te estoy cantando.

El vaivén del ritmo
lo lleva una flor
que va a tus ojitos
y viene a contar
que soñás con pechos
de leche llenitos
que una voz te canta
es la de mamá:
Arrurrú mi niña arrurrú mi amor
dormí tranquilita
que yo velaré
si viene el coyote
cabeza de ayote
yo lo ahuyentaré
y si no se va
me lo comeré.

Arrurrú mi niña arrurrú mi amor
arrurrú pedazo
de mi corazón.

A MI HIJA Silvia Elena Regalado (El Salvador)

Quisiera ser
la madre más normal del mundo
para vos.
Aunque me veas siempre
pateándole la cola
a mis sueños
corriendo
ensimismada
agotada
loca y feliz
a pesar de tanta angustia,
mi sueño más dulcito
sos vos.

Y quisiera fugarme
en esta mañana de trabajo
a saltar caballito tun-tun
tomada de tus manos
a plancharte el uniforme
darte la comidita calientita
dejarte en la puerta del colegio
y que me des un beso
y me digás hasta la tarde mamá
como la mayoría de las niñas
y yo te diga hasta la tarde mi amor
con la cotidianidad
de una mamá normal
en un día común
sin sentir hecho nudo
el corazón.

DIAS DE LAS MADRES Daisy Zamora (Nicaragua)

A mis hijos


No dudo que les hubiera gustado tener
una linda mamá de anuncio comercial:
con marido adorable y niños felices.
Siempre aparece risueña -y si algún día llora-
lo hace una vez apagados reflectores y cámaras
y con el rostro limpio de maquillaje.

Pero ya que nacieron de mi, debo decirles:
Desde que era pequeña como ustedes
ansiaba ser yo misma -y para una mujer eso es difícil-
(Hasta mi Angel Guardián renunció a cuidarme
cuando lo supo).
No puedo asegurarles que conozco bien el rumbo.
Muchas veces me equivoco,
y mi vida ha sido más bien como una dolorosa travesía
vadeando escollos, sorteando tempestades,
desoyendo fantasmales sirenas que me invitan al pasado,
sin brújula ni bitácora adecuadas
que me indiquen la ruta.

Pero avanzo, avanzo aferrada a la esperanza
de algún puerto lejano
al que ustedes, hijos míos -estoy segura-
arribarán una mañana
-después de consumado
mi naufragio-.


CUANDO AUN NO HAS NACIDO Marisol Briones (El Salvador)

A mi hija Karla Sofía

Sonrisa apenas, vida cierta
alegría plena, cosito eres.
Y quiero que pasen veloces los días
para poder apretar
con mis manos toscas y troteadas
tu suave ternura, tu piel delicada
tu pequeño cuerpo que me enraíza y me hace mamá.
Eso significa tantas cosas nuevas
tantos viejos sueños
tantos, tantos, tantos
que por vos pequeña
bien vale perder a mi estrella.
Porque sos tan cierta
como mis días y noches
de amor y de guerra
pero más sentida que los golpes
y más dulce que la miel de Platanares
más sustento que el maíz y los frijoles
más que los ideales
más verdad
sos mi verdad.

HIJOS Carolina Escobar Sarti (Guatemala)

Los hijos son nudo de marinero
en la madre que enfrenta la ola.

Nacen entre agua
y después
nadan...nadan...
entre tormentas
en la mar en calma
en medio de corrientes subterráneas.

Y esta madre
-no se otras-
ahoga la ola
ve partir la nave
se limpia el agua salada
y se sostiene de pie
justo en el lugar donde el mar
le besa la orilla a la playa.

ERES ARTISTA Eva Ortiz (El Salvador)

A Franciso Javier

Extraño como tu madre
tú montas también el unicornio
y cobra vida tu sonrisa
puedes amar incluso
sin volver a tu amor palpable.

Improntas tu color
tu prisma
y sabes que permaneces.

Reconozco en ti
los cristales
mis propios cristales
con los que partí bajo el brazo.

Hoy sólo quiero que recuerdes
que las belladonas
no siempre son cultivables
pero te amo
y lo grito
desde lo hondo de mi
garganta.

DESNUDA EN LOS CAMINOS DE LA MUERTE. Kenny Rodriguez (El Salvador). Fragmento

9 de Mayo

Me desvelo y muero
por las noches
sangro entre sueños
que se deslizan en mi cama
y van siguiendo
el hilo rojo de mi ombligo
que gira y gira
reconociendo rostros
mujeres blancas
morenas
negras
que nacen y crecen
en la hija que se multiplica,
que sale a la calle
y es señalada
lapidada por el espanto
que no cubre su rostro
ni se disculpa
de sus diecisiete años atrayentes,
que se sube a los buses
y se encuentra perdida
atrapada en los gritos azules
de las asfixiadas
jóvenes en moteles
en piezas de mesón
en cuartos de pensión
con un cordón en el cuello
y mil estrellas en los ojos.

El cielo es poca cosa
muchas son las bestias
mi hija se derrumba
por los barrios
extraviada
salió salió
y nunca regresó
no encontraron su brazo
no existen los ojos
su sonrisa vuela
en las fauces del ave
de rapiña.

Camino con el pecho
descubierto
ella arrojada en las quebradas
mutilada quemada vapuleada
recorriendo el grito colectivo
con su sexo desgarrado
entre basura
ella lanzada desde un carro
un sueño
un tren
mi hija entre matorrales
desnuda en los caminos
en la muerte.

Sin tocar el polvo
su nombre junto a otros nombres
haciendo fila
en la morgue
restando alientos
haciendo muecas
y el miedo
apretando mis ovarios.
No
no se postren tras mi llanto
no canten esos salmos escoriados
seré un terror
tres pasos más
y el abismo podrá reír.

Despierto
y mi hija nuevamente
sale al día.

LA MADRE Gioconda Belli (Nicaragua)

La madre
se ha cambiado de ropa,
La falda se ha convertido en pantalón,
los zapatos en botas,
la cartera en mochila.
No canta ya canciones de cuna,
canta canciones de protesta.
Va despeindada y llorando
un amor que la envuelve y sobrecoge.
No quiere ya sólo a sus hijos,
ni se da sólo a sus hijos.
Lleva prendidas en los pechos
miles de bocas hambrientas.
Es madre de niños rotos
de muchachitos que juegan trompo en aceras polvosas
Se ha parido ella misma
sintiéndose -a ratos-
incapaz de soportar tanto amor sobre los hombros,
pensando en el fruto de su carne
-lejano y solo-
llamándola en la noche sin respuesta,
mientras ella responde a otros gritos,
a muchos gritos,
pero siempre pensando en el grito solo de su carne
que es un grito más en ese griterío de pueblo que
la llama
y le arranca hasta sus propios hijos
de los brazos.

A SILVIA VIRGINIA Y ROBERTO IGNACIO Silvia Ethel Matus (El Salvador)

Yo era una mamá desconocida
un nombre
una fotografía
que talvez evocaba en ustedes:
una oración,
odio,
confusión.

Yo era una desconocida
que lloraba al lado un fusil
por no tenerlos cerca
y acunarlos, cubrirlos,
desearles buenas noches.
Que creía defender la trinchera
en parte por ustedes.
Yo era una gitana
una más...
exótica y contraria a la doctrina
de su "democracia"
como consta en mi expediente.

Ahora no se que soy:
hermana, tía,
mamá regañona
muchas de las veces.
Una señora que usa poca ropa en casa,
escandalizando su pudor juvenil.
Que tien amigas,
por demás extrañas
que llega a altas horas de la noche
sonriente y oliendo raro,
que hace locuras de poeta
"pero con eso no se come"
me decís vos Roberto
con tendencias claras a la anarquía y el desparpajo,
al cual todos nos vamos habituando.

Solo quiero que sepan:
que el tiempo de amarlos comenzó
cuando sentí mi óvulo fecundado
y percibí los primeros movimientos en mi vientre
cuando me enseñaron sus cuerpecitos frágiles
en la "maternidad"
¡Y lloré frente al milagro!

Solo quiero que sepan:
que estoy aquí
con mi humanidad abierta
para ser hombro, oído,
apoyo en sus vidas
que crecieron paralelas a la mía.


PARA MI MAMA Karin de Fries. (Suiza)

Nosotras
hijas, hermanas y madres todas.

Mujeres
a camino seguro
lanzando miradas
como piedras
ladrillos de barro
para nuestras casas.

Violentas en nuestra ternura
contradictorias en nuestros deseos.

Nos dicen quienes somos
como somos
y tanto que hacer.

Nuestras manos, piernas corren
todo
y la mente afligida.

Te veo en la pintura del espejo.
Sos vos
fuerte y cansada
los ojos grandes
las mejillas suaves
que me recuerdan tu ternura.

Tus labios finos y duros
tanto los has apretado
para tragar lo que no pudiste gritar
y bien cerrados para que nada
se te escapara de tu garganta.

Muchos años de pensar por dentro
y cumplir por fuera.

Y yo?
Me fui volando
buscando mi vida
egoistamente
te dejé en lo tuyo.

¿Por que no pude darte aire
para que volaras conmigo?

Te debo mi beso
para abrirte los labios y gritar juntas.

A NORA HERRERA, MI MADRE Nora Méndez. (El Salvador)

Vos no me esperabas
y sin embargo
fuiste mi primer coraza

Te quedaste así,
conmigo
y mis amígdalas enfermitas

Con mis poemas cada 10 de mayo
mis dientes cholcos
mi pelo insumiso
mi dedo en la boca
mi andar distraído

No se cómo hiciste
con tanto dedo acusador
con la culpa
frente al padre,
a la hija mayor,
a la madre viuda,
y tus propios sueños

Mi madre,
tiene manos cálidas
y una piel de adobe,
es hermosa como una estatua
y tiene voz de cuento

Mi madre
trabajaba en ANTEL,
dobles turnos par pagarme
los colegios caros de monjas y señoritas

Mi madre
oía voces por audífonos
todo el día,
estaba harta de escuchar
por eso siempres estuve callada

Nunca le dio explicaciones a nadie

Es la llave de la casa,
yo no quisiera sus puertas

Ella, sonrisa
ella, distancia
ella, pregunta
y silencio en las respuestas

Crítica de la pantalla chica,
adicta a las Selecciones,
amante de las siestas,
con la cabeza siempre puesta
y a la vez una locura que la adorna.

Ahora a mi me sobrevienen los
silencios...

Mi madre es un poema
que aún habito
en la distancia.

MADRE MIA QUE ESTAS EN UNA CARTA. Carilda Oliver Labra (Cuba). Fragmento.

Madre mía que estás en una carta
y en un regalo antiguo que no encuentro,
quédate para siempre aquí en el centro
de la rosa total que no se aparta.

Madre mía que estás tan lejos, harta
de la nieve y la bruma, espera, que entro
a ponerte a vivir con el sol dentro,
madre mía que estás en una carta.

Puedes darle al misterio alguna cita,
convenir con las sombras hechiceras;
puedes ser una piedra que se quita

o secarte ahora mismo las ojeras;
pero acuérdate, madre, de tu hijita
¡No te atrevas a todo, no te mueras!

MADRE. Vidaluz Meneses. (Nicaragua)

Yo compartí contigo
el dolor desde sus orígenes
y conocí en tu risa
la alegría de la primavera,
y te heredé esos largos silencios
donde se nutren los sueños,
este corazón de caracol sonoro
que me hermanó a todos los
hombres.

LA ESTERIL Johana Godoy. (Guatemala)

Condenada nací
a este vacío interminable

Deshojarme
sin florecer

Este grito incesante
aniquila mis entrañas
en la soledad de mi casa

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